Actualización
quincenal, días 1 y 15
de cada mes Santa Fe y Barcelona, miércoles 01/10/25 Infancia
y
salud LOS
REGISTROS
DEL HOSPITAL Los
registros,
las historias
clínicas, los archivos
del hospital son
un
reflejo fiel de lo que
pasa en la comunidad,
y a partir de estos
registros sería
posible saber qué pasa
y qué pasaba en Santa
Fe. Los registros de
hospital no son
efímeros sino
permanentes, fueron
testigos, son
testimonio, mientras
que la convulsión que
parece querer
dominarnos sí que es
efímera, es agua que
pasa. Necesitamos
saber
para poder decidir, y
esto no parece fácil
puesto que la verdad
escasea y la mentira
abunda. Los registros
de los hospitales,
tanto de niños como de
adultos, son una
verdad que nos dice
qué pasa y que pasó,
porque en sí mismos
son el reflejo de la
realidad de cada
momento. Si
el
hospital recibe
pacientes de toda edad
con heridas de bala y
de arma blanca, o con
signos de negligencia
y de mal trato, o de
abusos, o con
problemas de salud
mental o de consumo de
drogas o alcohol; y si
algunas embarazadas
dan positivo en drogas
poco antes de parir,
es que la ciudad se ha
vuelto sorda de tanto
grito. El
hospital,
sus archivos, sus
fotos, la voz de sus
profesionales son el
fiel testimonio de la
ciudad a la que le
brindan servicio. El
doctor Raúl Incertis,
médico de urgencias y
anestesista, de abril
a julio estuvo
trabajando en dos
hospitales de Gaza. Su
informe, el relato de
su experiencia y sus
fotos (*) son un
testimonio
incuestionable del
genocidio israelí
sobre la población de
Gaza. El presidente
que por ahora nos
preside apoya, tanto
por acción como por
omisión, casi en
absoluta soledad
internacional, al
invasor. La sala
estaba casi vacía
cuando habló, ni los
amigos estaban. Cuando
fue el turno del amigo
israelí, casi vacía
estaba también la
sala. Me avergüenza.
Nos avergüenzan las
malas companías. «Durante
mi
estancia allí, perdí
la cuenta de los niños
heridos que llegaban
solos al hospital
porque su familia
había muerto en un
bombardeo», dice el
doctor Incertis en su
informe. La palabra,
la denuncia, en
efecto, es para el
médico una obligación
si lo que vió afecta o
puede afectar a
cualquier otra
persona, más aún si se
trata de niños.
Médicos y enfermeras
tienen la obligación
de levantar la voz y
avisar de lo que pasa
porque el objetivo de
la medicina y de la
enfermería, antes que
cualquier otra
consideración, es
aliviar el sufrimiento
de los otros. La
palabra
del médico es valiosa,
sea dicha o sea
escrita, y sirve para
aliviar el sufrimiento
o para alertar del
peligro. «En medio de
ese caos de muertos,
cuerpos mutilados y
familiares histéricos,
al menos tenía claro a
quién
debía atender primero:
a los niños», agrega
el doctor Incertis. La
foto que ilustra esta
nota pertenece a su
informe, su
testimonio. La
denuncia es un deber,
mientras que el
silencio es cómplice. Es
posible
que pronto ya no
queden muchos
registros ni
testimonios porque,
bien se sabe, el
vencedor reescribe la
historia y la publica
a su gusto como si
fuera la verdad. Es la
ley del más fuerte,
pero no es la verdad.
Es por esto que los
registros de hospital,
las historias
clínicas, los
informes, todos los
documentos
hospitalarios
adquieren un valor
testimonial. Son la
verdad, y son
incorruptibles. En
efecto,
toda la actividad
asistencial de un
hospital es el reflejo
fidedigno de la
comunidad a la que
atiende, y el hospital
es testigo por tanto
de los avares de su
tiempo. Y en este
contexto me pregunto
dónde están las
historias clínicas y
muchos otros
documentos del antiguo
Hospital de Niños de
Santa Fe. En los
registros de este
hospital está
contenida una buena
parte de la historia
de la infancia
santafesina. Santa
Fe
es amiga de la
historia, de su propia
historia, celosa y
guardiana de su
pasado, y cuenta con
una larga y fecunda
tradición de
historiadores. Por
otro lado, la
digitalización de los
archivos de papel es
hoy un procedimiento
accesible, al alcance
de la mano, más o
menos rápido y barato,
que impide que el
olvido, el moho y las
ratas desplacen la
verdad de lo que fue,
la verdad de lo que
pasaba, nuestra
verdad, nuestra
historia. Tenemos
que
guardar el testimonio
de lo que hacemos, y
de lo que fuimos y de
lo que hicimos. Y si
un adulto es hoy lo
que es en virtud de lo
que fue de chico y de
adolescente, porque el
pasado determina el
presente y el futuro,
también nuestra
sociedad, nuestra
ciudad será mañana
según lo que sea hoy y
haya sido ayer. (*)
El informe lo publicó
el diario El
País, el
17/09/25, bajo este
título: Raúl Incertis,
médico español en
Gaza: «Perdí la cuenta
de los niños que vi
morir».
Está disponible aquí. El
caso
de un hospital Aunque
en un contexto
diferente, tal vez
sirva de referencia el
caso de un hospital
cuyos antiguos
registros,
digitalizados en una
base de datos, sirven
para estudios
históricos que
muestran cómo era la
sociedad del momento.
Lo que hoy es el
Hospital General de
Northampton, en Gran
Bretaña, fue
inaugurado 1743. Según
las actas
fundacionales, esta
institución se creó
para mejorar la salud
de los trabajadores
pobres que caían
enfermos a fin de que
volvieran pronto al
trabajo. La ciudad de
Northampton era
entonces reconocida
por su industria del
cuero y de zapatos, y
hoy sabemos que esta
industria es
insalubre, peligrosa,
usa materiales que son
tóxicos. Los niños
trabajaban desde los 7
años. Según
consta en estas actas,
la norma del hospital
era de no aceptar
mujeres embarazadas ni
niños menores de 7
años, ni pacientes con
alteraciones mentales,
ni con enfermedades
venéreas, ni
moribundos. Un
informe
publicado en agosto de
este año por la
Universidad de
Cambridge analiza con
detalle los registros
tanto de pacientes
internados como de
pacientes atendidos en
consultorio entre 1744
y 1804. Aparte de un
número mucho mayor de
adultos, atendieron a
4.163 niños y
adolescentes. Pese la
norma, casi la mitad
de estos pacientes
tenían menos de 7
años. Según
los registros, las
causas más habituales
de consulta o
internación fueron
infecciones
quirúrgicas
(interpreto que eran
heridas infectadas),
enfermedades
infecciosas y
afecciones de la piel,
sobre todo tiña y
sarna. Los
niños que quedaban
internados recibían
tratamiento médico y
de enfermería, y una
dieta abundante y
nutritiva. El informe
describe algunos de
los tratamientos que
se les hacían, incluso
de cirugía, a los
niños y adolescentes
internados, y comenta
la evolución de varios
casos en particular. Tres
cuartas partes de los
pacientes internados
recibieron el alta
como curados, aunque
este concepto de
curación debe
valorarse con ojos de
la época. Con
frecuencia se
internaban dos o tres
hermanos de una misma
familia con un único
diagnóstico, por
ejemplo, fiebre. El
primer paciente que
consta en los
registros es una chica
de 13 años que estuvo
internada durante 11
meses a causa, según
el diagnóstico de la
época, de calvicie por
tiña, enfermedad que
tenía desde hacía
varios años. Recibió
el alta como curada. Un
uno por ciento de los
niños internados
murieron estando en el
hospital. Consta
que en 1804 el
hospital ya tenía
vacunatorio, y que
aquí se vacunaba
contra la viruela a
niños y adultos. Publica
El
Litoral, sábado
04/10/25: html
- jpg.
El
padre de Nasser, de 2
años, lo acompaña en
los momentos previos
de su muerte. Un
bombardeo del ejército
israelí le produjo
lesiones cerebrales
incompatibles con la
vida, en Jan Yunis, el
13 de junio de 2025. ©
Raúl
Incertis, El País,
17/09/25.
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